Paseaste los ojos lo más rápido que pudiste – en realidad fue muy lento, te lo digo porque te vi hacerlo segundo a segundo - por la habitación y comprobaste que estabas sola en una gran sala, te quedaste como hipnotizada mirando un monitor atentamente, como si pudieras entenderlo – algo recordaste de aquel colgado que te daba clase de Matemáticas en el instituto – Dios, el instituto, ¿cómo te puedes acordar de algo tan lejano cuando tienes tanto en qué pensar? – Pues eso, (Seguro que ya se murió de viejo, me refiero al profesor) te hablaba de las series de Furier, o algo así, de que las constantes vitales de la gente daban gráficos de una de esas series en los monitores….pero apenas podías recordar nada más - ¡Qué tío más raro, ahora que lo dices!. Cuando por fin recabaste toda la información necesaria – es decir ninguna – estuviste en condiciones de afirmar sin ningún género de dudas que estabas muy sedada – llevabas años sin beber así que se podía descartar la borrachera – y que estabas conectada a un respirador, cosa que te dio el correspondiente pánico aunque increíblemente no te apetecía vomitar a pesar de tener un tubo metido hasta ni se sabe donde. Así que decidiste que todo era una mierda y apenas tardaste unos minutos en dormirte.
De pronto notaste como una mano te cogía tu mano derecha, la notaste tibia y agradable, te apretaba. ¡Pobre diablo, estabas tan asustada!. Vi como intentabas abrir los ojos – de hecho pudiste abrirlos durante un segundo, créeme – pero no pudiste ver nada y te dormiste de nuevo.
Y ahora es cuando Ella – Tú misma, pierdes el hilo de todo. En este momento ya no sabes si estás muerta, drogada, borracha o simplemente soñando. Y ahora precisamente es cuando yo, narrador compulsivo y sólo discretamente omnisciente, paso a contarte cómo te lo pasaste de bien en aquellas mini-vacaciones pagadas por gracia del maldito señor páncreas. Junto a ti oíste un rumor muy fuerte, como a estas alturas no podías abrir los ojos hiciste lo más lógico del mundo: gritar con todas tus fuerzas o intentarlo sin éxito al menos, pero con verdadera necesidad de decir que estabas aquí. Ya no oías el bip … bip … junto a tu cama, ni el ruido sordo del respirador, te sentías bien pero no podías moverte, ni siquiera recordabas cómo había que decirle al cerebro que le dijera al brazo, a la pierna o a la garganta que qué coño, que querías decir cosas, que allí estabas tú fuerte y rota ¿sabes ahora que estás fuerte?, ¿sabes a estas alturas quién coño eres?, ¿de verdad quieres hablar?, ¿a quién quieres hablarle si no te conoces ni a ti misma ni, por supuesto, a nadie?
¿SEGUIMOS CON LA HISTORIA O LA DEJAMOS DESCANSAR?
3 comentarios:
pues claro , sigue!saludos!y portate en el examen!jejejeadeww
si si!!!!sigue por favor que cada vez esta mejor...
La historia está muy bien. Es una lección que los alumnos deben aprender y dirigirte a ellos a través de un blog me parece una genial idea, asi que ánimo y sigue con la historia, que yo la leeré de vez en cuando; saludos de una antigua alumna.
Publicar un comentario